Biografía de Paula Soler Sanchiz
PAULA SOLER SANCHIZ (Pauli para todos los que la conocieron) nació el 18 de Abril de 1959. Su infancia se desarrolló en el seno de una familia numerosa, siendo la mayor de seis hermanas. Esta condición de primogénita propició el precoz ejercicio de lo que habría de ser su vocación profesional: la enseñanza. Con el máximo aprovechamiento en la escuela primaria, pronto se convertiría en tutora de estudios de sus hermanas pequeñas, ayudándoles en sus “deberes en casa”. Otra muestra más de esta temprana vocación por la enseñanza es que durante los meses de Julio y Agosto dedicaba sus “vacaciones” a impartir clases a los repetidores de la escuela pública. Este hecho, además de ser una rara forma de disfrutar de sus “vacaciones de verano”, sería la primera semilla que más tarde germinaría dando como fruto su vocación pedagógica.
Realizó sus estudios de Bachillerato Elemental en la escuela de Quintanar, donde recibió clases extra de los maestros de aquel entonces: D. Basiliso, D. Carmelo, D. Isaac... El buen hacer de estos maestros y la fuerte motivación de Paula por el estudio dieron como resultado que, tras presentarse por libre a los exámenes en el Instituto de Albacete "Bachiuller Sabuco", obtuviera las más altas calificaciones, algo que sería una constante en sus estudios posteriores en el Instituto de Motilla del Palancar, donde completó sus estudios de Bachiller Superior.
Cursó sus estudios de Magisterio en la Escuela Oficial de Magisterio de Albacete, donde finalizó su formación docente con una nota global que la situó entre los diez primeros de su promoción lo que, en aquellos tiempos, le aseguraba el acceso directo a su primera escuela, en la que empezó a ejercer con la especialidad de Matemáticas.
Se estrenó como maestra en Ontur (Albacete) cubriendo una baja temporal de la titular y siguió sin interrupción dando clases como interina en Pozohondo, Villalgordo, Casasimarro, Tarazona de la Mancha y Villaverde de Guadalimar hasta que consiguió su destino definitivo en Quintanar. En todas estas poblaciones dejó siempre un grato recuerdo fruto de sus virtudes tanto personales como profesionales.
Contrajo matrimonio con el también maestro Joaquín Soler López en el año 1983 y fruto de este enlace nació su única hija en el año 1985, a la que contagió su amor por el estudio y por el arte de la Música. Como esposa y madre siempre supo aportar al seno de su familia todos los grandes valores que adornaron su personalidad a lo largo de su vida.
En el año 1986 apareció el primer tumor de la terrible enfermedad que iba a truncar los mejores años y proyectos de su vida. Sin embargo, le plantó cara con singular valentía y, después de afrontar quirófanos y posteriores tratamientos de quimioterapia, llegó a superar numerosas recidivas, lo que le permitió, tras los inevitables paréntesis hospitalarios, volver a su escuela e impartir docencia durante 16 años más.
En los periodos de convalecencia, demostrando una gran entereza y siempre con la esperanza de llegar a derrotar al cáncer, continuó ampliando sus conocimientos de Música, en cuya materia conseguiría la especialidad. Tal era su afán por aprender y formarse para seguir desarrollando su labor dentro del mundo de la enseñanza que, posteriormente, también obtuvo la especialidad de Educación Infantil. Méritos todos ellos que cobran una mayor dimensión si tenemos en cuenta que, mientras tanto, debía combatir contra su terrible enfermedad.
Como maestra vocacional siempre disfrutó ejerciendo su oficio. Sintió especial amor por la Música, en la que cabe pensar que encontró el bálsamo emocional para sobrellevar la carga de su enfermedad, sin perder nunca la dulzura en sus palabras ni la sonrisa que la caracterizaba y que la acompañó hasta el último suspiro. ¿Quién no la recuerda participando en la organización de conciertos, festivales de Villancicos e incluso dirigiendo pequeñas corales con la intención de alegrar los días y horas de los ancianos de la Residencia de Quintanar?
Supo hacer de su vida un ejemplo de entrega y servicio a los demás, puesto que, siempre que su enfermedad se lo permitía, gustaba de acompañar y visitar a enfermos y personas mayores en la Residencia "Santa Petronila y Santísima Trinidad" de Quintanar, colaboraba con Cáritas y con todas aquellas instituciones solidarias para con los más necesitados, siempre desde su filiación cristiana, pero con un enorme respeto a todo tipo de creencias.
Los que tuvieron la dicha de conocerla y convivir con ella siempre la recordarán con su eterna sonrisa, sus ganas de vivir, su ejemplo para desde su propio sufrimiento hacer felices a los demás, sus inquietudes culturales y, por encima de todo, su afán por ayudar a los demás y su elevado espíritu de solidaridad.
Es por ello que este Centro no solo toma su nombre como homenaje a su persona, sino que pretendemos que sus grandes cualidades humanas sean líneas básicas en los principios y valores de este Proyecto Educativo. Por ello, será una de nuestras prioridades la participación y colaboración con todo tipo de ONGs y causas solidarias siguiendo el ejemplo de Paula Soler Sanchiz que, entre sus muchas y grandes cualidades, siempre mostró una gran solidaridad por todos sus semejantes, en especial por los más desfavorecidos.
También como homenaje y recuerdo a Paula Soler siempre seremos sensibles a colaborar con aquellas campañas destinadas a combatir algún tipo de enfermedades o recaudar recursos para la investigación o tratamiento de las mismas, en especial en la lucha contra el cáncer.
Pauli, tú siempre antepusiste la felicidad de los demás por delante de tus propios sentimientos. Permítenos que podamos devolverte con este sencillo homenaje una pequeñísima parte de lo mucho que tú nos ofreciste. Gracias de todo corazón.
QUINTANAR DEL REY (CURSO 1997-1998)